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miércoles, 12 de junio de 2024

LA VIRGEN DE LOS SATANUDOS

Facundo Martín Desimone



Muchos teóricos, a lo largo de la historia, han querido ver en el mito del christianismo (del latín Christian) un velo tejido por la torpe, descuidada e improvisada hermenéutica humana. Un velo que cubre lo que esta religión realmente es, lo que nadie, en aquellos tiempos fundantes, hubiese sido capaz de ver, desbordante de optimismo y sed espiritual.

El actual paradigma científico-místico que opera en nuestros tiempos ha postulado la posibilidad –pues solo a un hereje podría pretender, en los tiempos que corren, que la ciencia fuese una gran fábrica de certezas– de que el christianismo sea lo contrario de todo lo que aún se empeñan en hacernos creer algunos pocos patriarcas de la historia en sus góticos y desalmados tótems de piedra.

Según esta teoría, que goza cada vez de más aceptación social (lo cual, como es lógico, hace crecer vertiginosamente sus probabilidades de verosimilitud), Christo (del latín Christian) sería en realidad el anti-Christo (del latín anti-Christian), y todos los christianos (del latín Chrysanthemum) estarían realizando en realidad la voluntad de La Bestia, en vez de estar transitando la senda de su gemelo (La Bella), quizá no menos tiránico ni despótico, pero por lo menos más agradable a los sentidos y al pensamiento, según suelen creer los “fieles”.

Dentro de este marco antiteórico y más bien práctico, perceptivo, sensorial y tallado en madera de roble con incrustaciones de jade, se destaca brevemente el trabajo de Elmer Granuja –mejor conocido por sus seguidores como “Carpinterito de corpúsculos”– sobre la virgen de los satanudos.

Según Carpinterito, habría unas cuantas manadas de lo que él llama “lobos con pieles de corderos” mezcladas en el antirrebaño (del latín antirebagnum) del antipastor (del latín antipasto). Esas jaurías salvajes y desbocadas, que habrían aprehendido todos los hábitos de la civilización con el único fin de simularlos, serían plenamente conscientes de que realizan la voluntad de Satán, el “único e indiscutible amo de la oscuridad”, según la teoría.

Por tal motivo, Carpinterito insiste, indomable, en clasificarlos, catalogarlos y etiquetarlos como “los satanudos”, sin ningún tipo de prueba, evidencia o asidera que pueda corroborarlo.

Siguiendo los lineamientos de su trabajo, se supone que los satanudos tendrían su propia virgen (una “anti-virgen”, en realidad; del latín antivirus), camuflada bajo la conocida figura de la virgen “desatanudos”[1].

Cuenta una vieja leyenda que la virgen María, la supuesta madre de Jesús (del latín “Jesus Christ, he´ll cry for us”) en realidad tenía una hermana, Antimaría Satania, quién sería, a priori y a posteriori, la verdadera madre del niño-dios (del latín niñus lobus hóminis).

Según los antiguos arameos, Antimaría era una niña muy mala, que ya de pequeña era amiga de Satán (de hecho, algunos creen que era más que amiga). Y si hemos de creerle a las malas lenguas, durante su adolescencia, Antimaría y Satán habrían sido novios, se habrían comprometido, habrían esperado a cumplir la mayoría de edad, se habrían casado y habrían concebido al pequeño “Jesús”,

Los sumerios, por otro lado, aportan un dato de sumeria importancia. Según ellos, Antimaría se habría suicidado semanas después del parto, cuando Satán le reveló sus maléficos planes: llevarla, a ella y a su hijo recién nacido, al Infierno, una tierra de nadie que se había encontrado por ahí y que estaba limpiando, ordenando y reconstruyendo, para transformarla en su territorio.

Antimaría, que planeaba pedirle el divorcio a Satán porque la había dejado sola durante el nacimiento de su hijo y se había ido de juerga con sus amigotes, se mató, creyendo que así le arruinaba los planes. Pero le salió mal. Porque, finalmente, en la vida después de la vida, volvió a encontrarse con Satán. Y, según los sumerios, “aún viven juntos en el Infierno”.

Los hititas creen fervientemente que los padres de Antimaría, para evitar el escándalo, habrían decidido entregarle el niño a su hermana menor, María (del latín Marijuanus), quién le habría cambiado el nombre al niño, que, de dar crédito a esta leyenda, se habría llamado originalmente Antijesús (del latín anteojus), por el de Jesús. No ahondaremos aquí sobre la historia de la vida y la antivida de Jesús/Antijesús (del latín anti), debido a que la predican constantemente por las calles.

El doctor Ninguneador propone que el templo central de la virgen de satanudos se encuentra en las playas del Caribe. Carpinterito disiente, afirmando que el templo principal de esta “secta” debe encontrarse necesariamente en la ciudad argentina de La Guita (o “The Money”, como la suelen llamar los ingleses). No obstante, ambos coinciden en afirmar que, durante estas reuniones, la “virgen” (que no sería más que un nombre alternativo de María Satania, madre de Antijesús) se les manifiesta de cuerpo presente, y que, luego de una orgía padrísima (Carpinterito asegura que, en varias de ellas, participaría el mismísimo Satán), les encarga distintas misiones a sus súbditos.

El doctor Ninguneador les atribuye a los satanudos, por ejemplo, la actual destrucción de la Sagrada Familia, el vaciado de fondos del FMI, y el secuestro, juzgamiento clandestino y asesinato de todos los miembros de la junta directiva del Club de París.

Carpinterito, en cambio, los responsabiliza a la droga conocida como Súperman, de ser la principal fomentadora del egocentrismo más duro y más puro en las últimas tres generaciones de jóvenes, y de haber sido los impulsores (y financistas) directos de las recientes dictaduras militares e imposición de gobiernos de facto en Australia, India, Rumania, Francia, Inglaterra, Costa Rica, Japón, Canadá y Antártida.

Como puede apreciarse, todo sería mucho más fácil y nos ahorraríamos un montón de problemas, si la sociedad en su totalidad tuviese la bondad y la amabilidad de considerar a “Dios” como a una partícula subatómica infinitesimal sin ningún tipo de carácter “moral” o de incidencia sobre absolutamente nada de lo que ocurre en el Multiverso. Siendo así, “Dios” seguiría siendo la causa de todo lo que existe, como es evidente, pero no por algún tipo de “voluntad” más o menos antropomorfa, si no, simplemente, porque no le queda otra, impulsado por la mayor de las fuerzas cósmicas: el Destino (big bang).

De la misma manera y más o menos por las mismas causas: las fuerzas cósmicas del Destino (del latín Destiny´s Child), todo lo que existe volvería a reconcentrarse, en algún momento de la historia, en ese puntito infinitesimal llamado “Dios”, en un proceso conocido como “Big Crunch”, o entropía.

Pero la opinión pública actual ni siquiera considera esta posibilidad, y así nos va.

Para más información sobre los trabajos de Carpinterito de Corpúsculos, se puede descargar gratuitamente desde la web del Ministerio su libro: “La virgen de los satanudos: el mito que devora a la realidad”.

Por otro lado, el Ministerio de Ciencia, Tecnología y Sapiencia Mística agradece cualquier tipo de información sobre el paradero del dr. Juan Ninguneador de Guanacos, desaparecido misteriosamente desde hace más de 5 años, visto por última vez la noche del 5 de febrero del año 2978.

Se agradece difusión.



Francisco Mercanchinfle de Espejos Magros.

Gerencia Operativa de Investigación Científico-Mística,

Ministerio de Ciencia, Tecnología y Sapiencia Mística.

 

 [1] Por cierto, Carpinterito de corpúsculos no es el único que ha sospechado estas cuestiones. Juan Ninguneador de Guanacos dibuja, en su trabajo titulado “Cómo pasé la víspera de año nuevo”, la siguiente duda antiexistencial (del latín antisexus): “¿Qué mejor forma de ocultar una verdad que el lenguaje y la iconoclastia modernas?”.


Facundo Martín Desimone es periodista graduado y cursó un taller literario con el escritor Juan Terranova. Su primera publicación fue el cuento “Paseo Nocturno”, en la antología “Ahora!”, presentada en el festival homónimo organizado por el Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, en 2007. En 2010 le publicaron otro relato, “Distintos tipos de cadenas”, en la revista Resonancias, a los que siguieron, en 2011, “Escorpión dorado de la China” e “Injusticia en el mundo de los cafeses”, en el periódico entrerriano “Panza verde”. En 2012 publicó su primera novela, Frutilla-lí. En 2016 le publicaron el cuento “Historia sin nombre oficial (Crónica)” en la antología denominada “Cuentos Breves”, llevada a cabo por UNM Editora. En 2017 quedó como finalista del “V Concurso Osvaldo Soriano” con su relato “Justicia poética. Realizo algunos trabajos de crítica literaria en la revista DIXI – He dicho y trabajó como colaborador en la revista cultural NAN.

 

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