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viernes, 28 de febrero de 2025

WALLY, EL WÓMBAT, Y SU MEPHONE

 

Boris Glikman

 

Había una vez un wombat llamado Wally, un tipo realmente amable. Siempre caminaba con una sonrisa en el rostro y era en todo momento bondadoso y considerado con quienes lo rodeaban: con los canguros viejos y los jóvenes, con los kookaburras adultos y también con los polluelos. Nunca dejaba de quitarse el sombrero y decir “¡Buen día!” a cada animal que encontraba, preguntar por su salud y ofrecer ayuda si la necesitaban.

Con el tiempo, los pájaros y las bestias empezaron a sospechar de Wally, el wombat.

—¿Cuál podría ser la razón por la que es tan amable, respetuoso y servicial con todos? Seguramente debe haber un motivo oculto” —susurraban entre ellos mientras Wally pasaba alegremente durante su caminata matutina.

Así que le pidieron a Mona, la lagarta monitor, que observara sigilosamente el comportamiento de Wally en su vida privada. Sin duda, pensaban los canguros, equidnas y kookaburras, Wally debía dejar de lado su amabilidad y mostrar su verdadera naturaleza en casa.

Después de varias semanas de vigilancia constante, Mona regresó con los resultados: Wally, el wombat, era tan amable y considerado en su vida privada como lo era en público. Nunca levantaba la voz, jamás hacía berrinches y nunca decía ni hacía nada cruel en casa. Lo único ligeramente inusual que Mona notó en él era la cantidad extraordinaria de tiempo que pasaba hablando por teléfono.

Aun así, las criaturas del bosque seguían sin estar convencidas de la bondad de Wally. Entonces, idearon otro plan brillante: adherir furtivamente un diminuto dispositivo de lectura mental a la cabeza peluda y redonda de Wally. De esta manera, tendrían por fin una prueba irrefutable de los pensamientos malvados que él mantenía ocultos. Los canguros, equidnas y kookaburras se frotaban las patas y las alas con júbilo mientras esperaban impacientes los resultados. Por fin descubrirían lo que realmente pensaba de ellos y cuáles eran los pensamientos oscuros que cruzaban su mente mientras fingía hacer buenas acciones.

—Seguramente —se decían—, no puede ser que Wally no tenga pensamientos impuros de envidia, codicia, vanidad y odio. Sin duda, debe revelar su verdadero ser en lo que considera la privacidad absoluta de su mente.

Pero ¡ay!, los pensamientos que registró la máquina de lectura mental eran tan puros y virtuosos como las acciones de Wally. Nunca le cruzó por la mente un pensamiento de odio; solo tenía sentimientos afectuosos hacia cada criatura del bosque. Los animales quedaron atónitos y desconcertados. Habían buscado en cada rincón de la mente de Wally un solo pensamiento mezquino, un mínimo indicio de malicia o celos, pero no encontraron nada.

Entonces, los pájaros y las bestias comenzaron a sentirse molestos y frustrados con Wally por ser siempre tan bueno, feliz y amable.

—¡No podemos permitir que un bicho raro tan peligroso viva entre nosotros! —proclamaron—. ¡Algo drástico debe hacerse, y debe hacerse de inmediato!

Decidieron enfrentar a Wally y exigirle una explicación por su extraña conducta.

—Wally el wombat, ¿por qué eres siempre tan amable y puro de pensamiento y corazón? —quisieron saber—. ¿Por qué eres siempre tan feliz y bondadoso con todos?

Este estallido repentino de los canguros, equidnas y kookaburras angustió mucho a Wally, y no vio otra opción que revelar a los otros animales la fuente de su felicidad y bondad.

Abrió su maletín y sacó un aparato con gran entusiasmo.

—¡Contemplen el mePhone! ¡El primer teléfono con el que puedes llamarte y hablar contigo mismo! Lo inventé yo mismo y ha transformado por completo mi vida y mi carácter. Me ha traído dicha y ha hecho mi corazón puro —anunció Wally con su voz aguda rebosante de emoción—. Si me dan tiempo, puedo fabricar mePhones para todos ustedes y vendérselos a un precio muy razonable. ¡Sus vidas cambiarán también!

Todos los animales rieron a carcajadas.

—¡Ja, ja, ja! ¡Qué broma! ¿Para qué necesitaríamos llamarnos a nosotros mismos? ¿Cómo podría el mePhone hacer alguna diferencia en nuestras vidas?

—Si no están completamente satisfechos con el producto, les devolveré su dinero sin hacer preguntas. ¿Qué tienen que perder? —replicó Wally.

Así que, más por lástima que por otra cosa, todos los pájaros y bestias aceptaron comprar el mePhone.

Inevitablemente, al principio hubo cierta aprensión al usar el mePhone, pues ningún animal estaba seguro de qué tipo de respuesta recibiría al llamarse a sí mismo por primera vez. ¿Y si la llamada inesperada se consideraba una invasión inaceptable de la privacidad?

Con el tiempo, esos temores se disiparon cuando la mayoría de las criaturas descubrieron que eran recibidas con calidez y entusiasmo, y que sus llamadas eran una grata sorpresa. Hablar consigo mismo resultó ser como hablar con un viejo amigo al que no habías visto en mucho tiempo, y la conversación fluía con naturalidad.

Para su sorpresa, los pájaros y las bestias descubrieron que había grandes beneficios en tener una buena charla consigo mismos, ya que nunca se habían detenido a hacer un examen honesto de sus vidas. Siempre estaban ocupados buscando comida, cuidando a sus crías y tratando de acallar la pregunta persistente de si eran realmente felices. Como resultado, habían perdido todo contacto con su verdadero yo.

Así que fue una experiencia reveladora poder mantener una conversación profunda y significativa consigo mismos. Ahora podían ponerse al día con aspectos de su vida que nunca habían tenido oportunidad de pensar, enterarse de noticias vitales que se habían perdido mientras avanzaban por la senda del bosque de la vida.

No pocas veces se derramaron lágrimas al revelarse verdades que las criaturas se habían ocultado a sí mismas, expresadas con franqueza y sin rodeos. Las conversaciones adquirieron un tono confesional, ya que los secretos más oscuros y problemas que solo uno mismo conocía fueron revelados abiertamente a través de la línea telefónica. Con frecuencia, los animales se sorprendían al descubrir lo que realmente sentían en su interior: que en realidad no estaban felices con su posición en la comunidad del bosque o que hacía mucho tiempo habían dejado de amar a alguien. En otras ocasiones, la voz al otro lado de la línea les recordaba los sueños olvidados, los deseos y necesidades que habían reprimido durante demasiado tiempo.

El emú recordó finalmente cómo, cuando era joven, siempre había soñado con aprender a volar y comenzó a tomar clases en la escuela de vuelo local. El demonio de Tasmania descubrió un lado más amable y gentil de su naturaleza y decidió dedicar el resto de su vida a la enfermería. El kookaburra, al darse cuenta de que estaba harto de actuar siempre como un payaso, decidió estudiar artes dramáticas para convertirse en un actor serio. La koala, al ver por primera vez lo perezosa y con sobrepeso que estaba, contrató a un entrenador personal para ponerse en forma.

Todas las criaturas del bosque estaban profundamente agradecidas con la invención de Wally y le otorgaron grandes honores. El bosque se convirtió en un lugar mejor y más feliz gracias al mePhone, ya que los pájaros y las bestias finalmente comenzaron a ser fieles a sí mismos. Al haber desterrado sus tormentos internos, ahora se trataban unos a otros con amabilidad y respeto. La vida antes del mePhone se convirtió en un recuerdo lejano y descolorido, y ningún animal podía imaginarse jamás vivir sin uno.

 

Título original: Wally, the Wombat, and his mePhone

Traducción: Sergio Gaut vel Hartman


Boris Glikman es escritor, poeta y filósofo. Las mayores influencias en su escritura son los sueños, Kafka, Borges y Dalí. Sus historias, poemas y artículos de no ficción han sido editados en revistas electrónicas y publicaciones impresas. Boris ha aparecido varias veces en la radio, incluyendo la radio nacional australiana, interpretando sus poemas e historias y discutiendo el significado de su trabajo. Dice: "Escribir para mí es una actividad espiritual del más alto grado. La escritura me da el conducto a un mundo que es inalcanzable por cualquier otro medio, un mundo que está poblado por Verdades Eternas, Preguntas Inefables y Belleza Infinita. Es mi esperanza que estas historias mías permitan al lector echar un vistazo a este universo".

 

miércoles, 1 de mayo de 2024

EL DÍA QUE MURIÓ INTERNET

 Boris Glikman



Era ampliamente conocido que Internet había estado enferma durante algún tiempo. Su mala salud la había hecho bastante descuidada en la ejecución de sus deberes. Algunos tenían que soportar días de frustración hasta que se establecía una conexión en línea, mientras que para otros la conexión seguía yendo y viniendo cada segundo, como una bombilla parpadeante.

Por un tiempo, Internet flotó en una condición medio muerta, con un pie en la tumba, y la humanidad contuvo la respiración, temiendo que Internet continuara deteriorándose y luego se rindiera por completo.

Y luego llegó el día en que Internet exhaló su último aliento y nadie podía creer su mala fortuna. Era difícil entender que Internet ya no habitaba en el mundo y que la carga de vivir nunca más se aligeraría con la siempre presente alternativa de escapar hacia una existencia en línea. Ya nadie tendría el privilegio del lujo de tener dos mundos en los que vivir.

Los técnicos informáticos más eminentes de la tierra fueron asignados a la tarea de realizar la autopsia. Su conclusión unánime fue que Internet había muerto de causas virtuales. Lo que nadie había sospechado era que Internet poseía una vida finita. Todos siempre habían asumido que estaría ahí para siempre, sin embargo, también llevaba dentro de sí las semillas letales de la desconexión eterna.

El siguiente problema más apremiante fue el entierro. Problemas nunca antes considerados necesitaban ser abordados con urgencia, pues la vista de una Internet sin vida yaciendo postrada en el suelo era demasiado desgarradora para que el mundo lo soportara. ¿Dónde debería celebrarse la ceremonia fúnebre? ¿En qué idioma o código informático debería realizarse el servicio conmemorativo? ¿Quién debería dar el elogio fúnebre? ¿Dónde enterrarla?

El problema más intratable de todos fue a quién invitar al servicio. Se reservó un cierto número de boletos para aquellos más afectados por la muerte de Internet: adictos a la pornografía en línea, marginados sociales, introvertidos arraigados, celebridades obsesionadas con Twitter, los herederos de príncipes nigerianos y residentes a largo plazo en el mundo virtual de Second Life. De lo contrario, era casi imposible determinar quién estaba genuinamente afligido y quién solo quería asistir a la ceremonia para ser parte de esta ocasión histórica.

Finalmente, estos asuntos se resolvieron, aunque no dejó satisfechos a todos, y el mundo le dio a Internet el adiós que se merecía. Justo después del funeral, el mundo se apagó, lamentando la partida de Internet y recordando con nostalgia cómo podía responder cualquier pregunta; satisfacer todas las necesidades emocionales, mentales, espirituales, intelectuales y corporales; emocionar la mente y los sentidos; proporcionar información instantánea, entretenimiento, relajación, gratificación y excitación, así como permitir la comunicación instantánea con personas de todo el mundo, e incluso curar la soledad. Trágicamente, dada la magnitud y profundidad de la pérdida, algunos no pudieron soportar continuar viviendo en un mundo sin Internet y cerraron sesión permanentemente en este mundo.

Una vez que la ola desenfrenada e histérica de dolor finalmente se calmó, la humanidad se serenó y gradualmente se dio cuenta de que Internet había degradado y desfigurado realmente sus vidas.

Recordaron con horror y consternación cómo Internet había atrapado a las personas con sus innumerables tentáculos, haciendo que desperdiciaran sus vidas en el intrincado pantano del mundo virtual; cómo buscar en Google había reemplazado la sabiduría que viene con la edad, la experiencia, el aprendizaje y cómo, con información instantánea siempre al alcance de la mano, se perdía el valor del conocimiento; cómo la realidad en línea se convirtió en el único mundo y la realidad real fue abandonada y olvidada, como la hermana sencilla de una chica hermosa; cómo Internet robó a la vida su riqueza y belleza multifacéticas y redujo el mundo a una pequeña pantalla rectangular; cómo el mundo en línea se convirtió en una prisión en la que la humanidad se encerró voluntariamente y luego tiró la llave, junto con sus vidas.

La humanidad reconoció ahora cómo Internet había alterado fundamentalmente la naturaleza de las relaciones sociales y la naturaleza de la relación de uno consigo mismo. Inventada para facilitar la comunicación y unir al mundo, Internet, en cambio, se convirtió en la herramienta perfecta para la disimulación, distorsionando la verdad y separando a la gente del mundo, permitiendo así que las personas no solo tergiversaran sus verdaderos pensamientos y sentimientos, sino que falsificaran sus vidas enteras y la esencia misma de su ser, tanto para otros como para ellos mismos.

La gente descubrió que los dedos no eran solo para escribir y mover el ratón, sino que también tenían otros usos; que de sus torsos se extendía un par de extremidades inferiores que podían usarse para caminar por la dimensión espacial; que la evolución había equipado sus cuerpos con el medio ideal para transmitir pensamientos y sentimientos; que sus caras poseían músculos bien desarrollados que podían emplearse para señalar emociones como (entre muchas otras) sorpresa, molestia, felicidad y frustración. En consecuencia, se podía lograr una comunicación exitosa sin dispositivos electrónicos intermediarios. Lo más sorprendente de todo fue la revelación de que otras personas no eran idénticas a sus iconos, planas y siempre atrapadas en la misma pose con la misma sonrisa en sus caras, sino que eran seres tridimensionales, moviéndose y cambiando sus expresiones faciales.

Tener amigos y parejas en el mundo físico significaba que estabas libre de la precariedad, la incertidumbre y la falta de fiabilidad de las amistades y relaciones en línea, y ya no estabas sujeto a las acciones y decisiones caprichosas de tus amigos en la web, para quienes, después de todo, solo eras una entidad etérea y abstracta que podía ser eliminada instantánea y permanentemente de sus vidas con solo hacer clic en un ratón. En consecuencia, la constante amenaza de que los amigos y amantes en línea cesaran inexplicablemente todo contacto y desaparecieran para siempre había desaparecido por completo.

Los tutoriales "De vuelta a la realidad" resultaron ser muy populares y útiles, cubriendo temas como "Aprender a hacer una sola tarea"; "Conociendo al sol y al cielo" y "Cómo sobrevivir en un mundo que no se puede retocar con Photoshop".

La vida recuperó lentamente su significado a medida que la humanidad salía, paso a paso, del abismo en línea que había cavado para sí misma. Sin Internet, ya nadie tenía que lidiar con el problema de cómo equilibrar su vida entre los dos mundos. El tiempo comenzó a fluir más lentamente; ya no se anhelaba la gratificación instantánea; la contemplación y la paciencia revelaron su verdadero valor. Ahora estaba claro que la realidad en línea proporcionaba solo un significado parcial y efímero; que las emociones sentidas en el mundo web eran solo sentimientos artificiales fugaces; y que la verdadera autoestima no venía de la popularidad en las redes sociales, sino desde dentro.

Cada ser humano ahora experimentaba la vida directamente, en lugar de a través del lente distorsionador, disminuyente y vicario de una pantalla de computadora; enfrentando las cosas buenas y no tan buenas en sus vidas sin escapar al mundo en red y evitando así la realidad de su existencia; y siendo fieles a sí mismos, en lugar de esconderse detrás de sus iconos e identidades en línea. Solo entonces las personas se dieron cuenta de cuán profundamente e intrincadamente Internet había tejido su hilo fatal en cada aspecto de la existencia humana y cuánto se había ganado el día en que Internet murió.

 

Título original: The day Internet died

Traducción del inglés. Sergio Gaut vel Hartman

 

Boris Glikman es escritor, poeta y filósofo. Las mayores influencias en su escritura son los sueños, Kafka, Borges y Dalí. Sus historias, poemas y artículos de no ficción han sido editados en revistas electrónicas y publicaciones impresas. Boris ha aparecido varias veces en la radio, incluyendo la radio nacional australiana, interpretando sus poemas e historias y discutiendo el significado de su trabajo. Dice: "Escribir para mí es una actividad espiritual del más alto grado. La escritura me da el conducto a un mundo que es inalcanzable por cualquier otro medio, un mundo que está poblado por Verdades Eternas, Preguntas Inefables y Belleza Infinita. Es mi esperanza que estas historias mías permitan al lector echar un vistazo a este universo".

 

 

domingo, 21 de abril de 2024

BIENVENIDOS A LA MÁQUINA

 Boris Glikman

 

Un joven, en plena juventud, encuentra unas instrucciones extremadamente largas, complicadas y abstrusas sobre cómo construir un aparato de algún tipo. Se siente intrigado y obsesionado por estas instrucciones y dedica todas sus horas a la construcción de este artilugio, cuya función y propósito desconoce por completo y desea desesperadamente descubrir. 

Pasan años mientras se esfuerza por comprender y seguir minuciosamente cada paso de las aparentemente interminables instrucciones. Tan absorto está en su tarea, que no le preocupa en absoluto el paso del tiempo.

Está convencido de que, una vez terminada la máquina, todo el trabajo y el tiempo que le ha dedicado se justificarán retrospectivamente y su vida cobrará el sentido del que ahora carece.

A veces, como recompensa por un día de duro trabajo, el hombre da rienda suelta a su imaginación y en su mente comienzan a materializarse todo tipo de escenarios maravillosos: el aparato resulta ser un vehículo capaz de viajar más rápido que la luz, o puede utilizarse para visitar el Más Allá, o acceder a universos paralelos, o un dispositivo que le permitirá cambiar el pasado, o le concederá la inmortalidad, o incluso la lámpara de un genio que cumplirá todos sus deseos. Tal vez incluso se trate de una máquina que le permita acceder a mundos física y lógicamente imposibles, como un mundo en el que el negro es blanco, 1= 0, la mentira es verdad y la vida es muerte. Finalmente, ¿y si, en efecto, se trata de instrucciones para construir a Dios?

De vez en cuando, la determinación del hombre vacila momentáneamente y le asaltan dudas fundamentales sobre lo que está haciendo. ¿Siempre estuvo destinado a descubrir las instrucciones del aparato, o fue mera casualidad que diera con ellas? ¿Fue una bendición o una maldición para él haberlas encontrado? ¿Hay otros que también construyen sus propias máquinas o él es el único que lo hace? ¿Y si, para no enfrentarse al sinsentido y la vacuidad de su propia existencia, no hace más que ocuparse de un trabajo sin sentido que nunca llegará a nada, o que desembocará en la construcción de alguna cosa mundana e insignificante?

Otras veces se pregunta si la máquina no es más que una entidad metafórica, y él no es más que un personaje de una parábola alegórica que intenta transmitir, a través de sus acciones, alguna verdad profunda y esencial sobre la existencia, una verdad ante la que, por desgracia, él mismo está ciego y no puede comprender.

Con el paso de los años, sus manos pierden destreza, su vista pierde agudeza, su espalda pierde flexibilidad y su mente se debilita. Tareas que antes apenas requerían esfuerzo físico y mental ahora exigen toda su atención y su fuerza, dejándolo exhausto.

Y así, tras el largo y arduo periodo de construcción, el componente final está listo para ser colocado en su lugar. Solo falta fijarlo con la última tuerca y el último tornillo, y el aparato estará completo. Mientras lo hace, el hombre se siente cautivado por el poderoso encanto que parece irradiar la estructura terminada. Se imagina que nunca se separará de ella para contemplar eternamente su sobrecogedora belleza.

Entonces se da cuenta de que está viviendo los últimos momentos de su existencia mortal. A medida que su visión se oscurece, ve que la máquina que ha construido durante toda su vida parece el lugar de descanso ideal y que no le queda más remedio que ubicarse en ella para toda la eternidad.

 

Título original: Welcome to the machine 

Traducción del inglés: Sergio Gaut vel Hartman


Boris Glikman es escritor, poeta y filósofo. Las mayores influencias en su escritura son los sueños, Kafka, Borges y Dalí. Sus historias, poemas y artículos de no ficción han sido editados en revistas electrónicas y publicaciones impresas. Boris ha aparecido varias veces en la radio, incluyendo la radio nacional australiana, interpretando sus poemas e historias y discutiendo el significado de su trabajo. Dice: "Escribir para mí es una actividad espiritual del más alto grado. La escritura me da el conducto a un mundo que es inalcanzable por cualquier otro medio, un mundo que está poblado por Verdades Eternas, Preguntas Inefables y Belleza Infinita. Es mi esperanza que estas historias mías permitan al lector echar un vistazo a este universo".

EL ENCUENTRO

 Laura Irene Ludueña   La reconoció de inmediato. Mary Shelley estaba sentada sola en el banco de una plaza oscura, como hurgando en sus r...