Iván Bojtor
¡De nuevo de permiso! ¿Permiso? Durante los últimos dos años terrestres pasados
en la estación espacial, sentía cada vez más que era prisionero de sus
recuerdos. Como si ya no existiera nada más que aquella taberna sucia, de olor
rancio, en la que se metió por casualidad unos veinte años atrás. En su
momento, esa nueva experiencia lo protegió por mucho tiempo de sumergirse en el
mundo de sueños y visiones artificiales, pero ahora trataba de escapar de sus
propios recuerdos.
Llegó. Sus pies descalzos sintieron el calor del piso
de tierra apisonada de la taberna, y su nariz fue golpeada por el olor a licor,
pero no vio nada. Estaba oscuro. ¿Qué pudo haber pasado? ¿Habían configurado
mal el temporizador y se equivocó de momento? Tropezó entre los bancos,
palpando a su alrededor, buscando la ropa que había enviado con anticipación.
A apenas dos pasos de distancia, un destello de luz
brilló ante él, seguido de una carcajada atronadora. A la luz de la vela, vio
que unas treinta personas, hombres, mujeres y niños, lo rodeaban, lo miraban y
señalaban. Uno de los hombres tenía su ropa en la mano, agitándola como si
esperara que corriera a buscarla. Pero un hombre corpulento y calvo se la
arrancó, apropiándose de ella.
—¡Se acabó el circo! —exclamó.
Y se la entregó. Algunos protestaron diciendo que, por
el dinero que habían pagado, el espectáculo debería haber durado más, pero el
hombre grande alzó el dedo amenazadoramente y todos guardaron silencio.
Mientras se subía los pantalones apresuradamente, miró
a su alrededor, pero en la tenue luz no reconoció ningún rostro familiar. Dudó:
¿Acaso me equivoqué de fecha? ¡No! Todo lo contrario. Lo más probable es que
acertara. Ya había estado en este tiempo antes, y ahora el programa, siguiendo
una regla casi ininteligible, me lanzó no a otro lugar, sino al mismo lugar,
pero en otro intervalo de tiempo.
Y cuando el calvo corpulento hizo la pregunta habitual
estuvo seguro de lo que había pasado.
—¿Ya ha estado aquí antes?
El calvo hizo una señal al joven detrás de la barra,
quien corrió hacia ellos con una botella de vodka y dos vasos. Como pronto se
enteró, él era el nuevo tabernero. Había comprado el lugar hacía ocho años,
después de la muerte del anterior.
¿Qué podía decirle? ¿Que justo quería hablar con el
tabernero anterior para aclarar algunas cosas muy importantes? ¿A quién le
importaría ya?
Escuchó con indiferencia la charla del hombre
corpulento sobre la cosecha de centeno y la granizada que había caído unos días
antes. Solo esperaba a que pasara el tiempo para poder regresar.
—¿Qué pasó con el tabernero anterior? —preguntó después
del tercer vaso de vodka.
—Fue una terrible desgracia —comenzó el calvo—.
Sucedió junto al horno. Estaba bebiendo con uno de los clientes, igual que
nosotros ahora. Se emborracharon terriblemente, los dos. Nadie sabe de qué
discutieron. Después alguien dijo que el forastero pudo haber dicho algo sobre
su madre, o la insultó. Pero eso no es seguro. ¿Quién podría saberlo?
Comenzaron a gritar más fuerte, y luego se levantó, tomó el hacha que estaba
junto al horno y, tambaleándose, fue hacia el forastero. Pero este fue más
rápido, saltó del banco, agarró el hacha y se la lanzó. Le acertó de tal forma
que el filo le hundió la frente. Murió en el acto.
—¿Se sabe quién lo mató?
—Nadie lo sabe. Era alguien como usted: un visitante.
Dijeron que ya había estado aquí varias veces, pero siempre hablaba solo con
él, con nadie más. Tal vez compartían algún secreto. Incluso es posible que
hicieran negocios, contrabandeando algo. O quién sabe.
Título original: Félóra nosztalgia
Traducción: Sergio Gaut vel Hartman
Iván Bojtor nació en Szombathely, Hungría, en 1954; actualmente vive en Veszprém. Sus primeros artículos se publicaron en la antigua revista Ország-Világ. Fue el fundador del club de SF Kvark de Veszprém, que publicó su propio fanzine llamado PreVega, y después Kvark. Algunos de sus escritos se han incluido en GFK 300, GFK 400 y en la antología Durchjáró 20. Sus relatos cortos se han publicado en la revista Castle Ucca Workshop, en el fanzine Black Aether, y sus artículos sobre los misterios de la historia han aparecido en la revista Incredible.
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