Yoss
El
bizcocho viviente pasó caminando muy orondo junto a un enorme árbol. A su
sombra estaba tendido un enano de canosas greñas y contrahecha giba, envuelto
en harapos, que tendió débilmente hacia él una de sus manos, sucia y de
nudillos hinchados por la artritis.
Sin gran esfuerzo, el hombrecito de
dulce la evitó de un agilísimo salto, al tiempo que proclamaba con voz aguda y
penetrante:
—¡Soy el príncipe Mazapán! ¡Me verás,
pero no me comerás! ¡He burlado al panadero, al oso, al lobo y a la zorra, y me
voy a correr mundo para convertirme en hombre! ¡Nada ni nadie podrá detenerme!
¡Y tú menos que menos!
—Nada más lejos de mi intención que
detener a tan mágica criatura —murmuró cansina y humildemente el deforme
anciano—. Pero… oh, gran príncipe Mazapán: he caminado todo el día, pidiendo
limosnas y recibiendo tan sólo chanzas, insultos y golpes. Tengo sed, y hambre.
Por favor ¿no ayudarías a otro camarada del camino? ¿No me dejarías al menos
comerme tan sólo uno de los botones de cereza de tu librea? — imploró,
incorporándose a medias sobre el nudoso báculo que tenía a su lado.
—¡Qué va! ¡Muy astuto, pero no lo
suficiente para mí! —declaró a voz de cuello el muñequito viviente—. ¿Conque te
gusta el dulce, enano repugnante? ¡Pues no probarás el mío, ni ahora ni nunca!
¡Quédate ahí con tu joroba!
—Creo que no —dijo el enano, con una
sonrisa pícara. Y de pronto ya no pareció tan viejo ni, sobre todo, tan
desvalido, al señalar al monigote de pan azucarado—. ¿Así que no probaré el
dulce, criaturita engreída? ¿Y que quieres ser hombre? Pues te complaceré,
queridito, aunque… ¿sabes, por casualidad, lo que es la diabetes mellitus? Me
imagino que no, claro… algunos siglos demasiado pronto. Entonces, ¿tienes acaso
alguna idea de cuál es mi nombre?
—¡Diabetes, nombre, bah! ¡Ni los conozco
ni me interesan! —alardeó el príncipe Mazapán, saltando muy ágil sobre sus
piernecitas de bizcocho bien horneado—. ¡Soy ágil y veloz, nada puedes contra
mí!
—Pues peor para ti si eso crees —dijo
Rumpelstiskin, torciendo su boca en una fea sonrisa, tras lo que comenzó a
murmurar—: Corazón de lagarto con hígado de murciélago, sabandijas de las
cuevas y monstruos del archipiélago…
Buena parte de la
magia más espectacular está relacionada con las metamorfosis y conversiones. Y
muchas ideas erróneas existen al respecto.
El
vulgo cree que resulta especialmente difícil ejecutar un hechizo de
transformación sobre una criatura ya mágica de por sí. Pero esta es sólo una
verdad a medias; cualquier practicante de las artes taumatúrgicas, incluso el
más bisoño, sabe que la carga sobrenatural de un ente puede expresarse
fácilmente de otro modo, sin necesidad de cambiarla de manera radical.
Un
centauro, por ejemplo, resulta menos complicado de convertir en sirena que un
zorro; al fin y al cabo, de criatura híbrida a criatura híbrida, de quimera
semihumana a quimera semihumana, la diferencia no es tan grande. Ambas son sólo
expresiones, en apariencia muy diferentes, pero en el fondo muy similares, de
un valor modular mágico concreto.
Transformar
a un humano en un ser cargado de magia es, en cambio, un acto que sólo está al
alcance de los más talentosos conjuradores, e incluso así requiere de
sortilegios muy precisos y energéticamente costosos para el hechicero.
Pero
¿y convertir a una criatura encantada en simple humano? Paradójicamente, en
algunos casos resulta casi fácil, ya que la inestabilidad inherente a toda
acumulación de magia obra a favor del practicante, por inexperto que sea.
Algunos
nigromantes, de hecho, han llegado a acumular gran poder de este modo,
absorbiendo la fuerza mágica vital de entes encantados, sí, pero incapaces de
utilizar su abundante energía de esta clase en forma activa… como son la
mayoría de los centauros, sirenas y quimeras similares.
En
cuanto a los seres mágicos excepcionales, todo depende de su envergadura y de
la potencia del hechizo empleado para crearlos. Algunos, sobre todo los que han
surgido casi espontáneamente, son muy fáciles de “desencantar”, y para
lograrlo, a un taumaturgo experto le bastaría con entonar ante ellos este
ensalmo:
Corazón
de lagarto con hígado de murciélago
sabandijas
de las cuevas y monstruos del archipiélago
te
conmino a que te vuelvas lo que tanto despreciaste
y
que acabes como humano la gesta que comenzaste
Lo
más importante es pronunciarlo cuatro veces: una al derecho, y otra al revés en
una lengua que hablen a la vez víctima y oficiante; la tercera en una lengua
muerta y olvidada; y la última en un idioma que aún no haya sido creado.
Una
vez cumplida la cuádruple recitación, el ente mágico se convertirá en hombre… o
mujer, porque, dado el principio de indeterminación inseparable de toda
taumaturgia, no es posible saber de antemano a qué sexo se acogerá el cuerpo en
metamorfosis de la víctima.
Por
lo general, estos “humanos de segunda creación” están por completo desprovistos
de magia, pero también de cualquier escrúpulo o consideración moral civilizada
… así que pueden convertirse en auténticos peligros para sus “semejantes” … a
los que, claramente, ellos no perciben en realidad como tales.
Por
suerte, es fácil distinguirlos: como secuelas de su metamorfosis, todos ellos muestran
graves defectos físicos o de salud; un mago realmente hábil incluso puede, con
suficiente experiencia en el uso de este conjuro, y seleccionando
cuidadosamente las lenguas que empleará en su recitación, elegir casi a
voluntad el padecimiento que aquejará de por vida al objeto de su transformación…
Los
dos hambrientos huerfanitos, asombrados y olvidando toda precaución ante aquel
espectáculo maravilloso que les hacía agua la boca, avanzaron sin miedo hacia
la puerta entreabierta.
—Pasen, niños, pasen —dijo dulcemente la viejecita encorvada de la nariz ganchuda. Y relamiéndose ante el agrisalado aroma a carne fresca que exhalaban Hansel y Gretel, cerró a sus espaldas la puerta; una hoja maciza de aquel asqueroso chocolate que tanto daño le hacía comer.
José Miguel Sánchez Gómez. La Habana, 1969. Licenciado en Biología por la UH, 1991. Del 2007 al 2016 fue cantante del grupo de rock Tenaz. Aficionado a la espeleología y las artes marciales. Cinturón negro en judo y kárate. Narrador, ensayista, divulgador científico y antologador. Miembro de la UNEAC desde 1994. Alumno del Primer Curso de Técnicas narrativas del Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso (19981999). Ha impartido cursos de narrativa en Chile, Inglaterra, Andorra, España, Italia y Cuba. Es considerado actualmente una de las voces más renovadoras e importantes de la ciencia ficción en lengua hispana. Entre sus premios literarios más destacados; en Cuba: Juventud Técnica (1987); David (1988); Revolución y Cultura (1993); Pinos Nuevos (1995); Aquelarre (2001); Calendario (2004); La Edad de Oro (2011 y 2016) e Hydra (2022). En el extranjero: Universidad Carlos III (España, 2003); UPC (España, 2010); Julia Verlanger (Suiza, 2012) y finalista al Philip K. Dick (EUA, 2016). Sus textos han aparecido en decenas de revistas y antologías cubanas y extranjeras. Ha recopilado una decena de antologías, principalmente de ciencia ficción. Cuenta con más de 50 títulos publicados, en Cuba y el extranjero, y textos suyos han sido traducidos al inglés, francés, italiano, alemán, neerlandés, japonés, ruso, búlgaro, polaco, chino, gallego y bengalí.
