domingo, 19 de mayo de 2024

NO SE PUEDE PERDER

Gloria Salas

 

Se me cayó al piso y desapareció. Me puse a buscarla desesperadamente bajo los muebles y en los rincones por si había rodado, porque a lo mejor es redonda, pensé. No la veía; me puse en cuatro patas y fui tanteando con cuidado centímetro por centímetro porque alguien dijo que lo esencial es invisible a los ojos. 

En el borde de una rendija toqué algo pegajoso; lo probé con la punta de la lengua y tenía un dejo dulzón.

Tuve la seguridad de que era ella y comencé a levantar las tablas del piso hasta que la vi. Se movía lentamente, pero con seguridad y era medio transparente como deben ser los fantasmas.

Quise atraparla pero se me escapó. Salió a la calle por el respiradero pero no podía alcanzarla.

Entró en un conventillo y la perdí de vista. Mientras la buscaba me metí en una pieza en la que había tres o cuatro chicos en una cama. Eran las dos de la tarde y le pregunté a la madre por qué no los levantaba para ir a jugar. No tienen zapatillas. me contestó.

En ese momento la vi pasar por el patio. Volví a correrla y otra vez se me escurrió. Entró en una casa que tenía un farol rojo en el zaguán. Y bueno, entré. No la podía perder. Lo primero que vi fue una chica que lloraba en un rincón y se ajustaba el cuerpo con una bata raída, muerta de frío. ¿Vieron que a los muertos se les cae la mandíbula y parecen asombrados? Igual, pero triste. Dijo que le dieron una paliza porque estaba enferma y que si estás así no podés trabajar y ellos necesitan sus pesos todos los días. Cuando quise consolarla la otra pasó a mi lado a toda velocidad. 

 Entonces me di cuenta de que ya no parecía un fantasma; tenía más consistencia y por eso la veía mejor. La corrí y se metió en un reformatorio lleno de muchachitos que gritaban, peleaban, lloraban y otros mostraban su sexo erecto y amenazaban a los más chicos. Pidieron que les diera algo; cualquier cosa: revistas, cigarrillos, caramelos. Les pregunté si no los cuidaba nadie; el que parecía el mayor me contestó: ¿Cuidarnos? ¿En qué mundo vivís? Acá o te cuidas solo o te jodés. El guardia debe estar por ahí con alguna mina y descuidate de que no sea la madre o hermana de alguno de nosotros. Ellos siempre la pasan bien. Pero quedate tranquilo que cuando salimos nos tomamos la revancha.

En ese momento la vi pasar por el patio. Ya era bastante consistente y no se desplazaba como volando. Rodaba. Se atascó en un escalón y la atrapé. Era dura como una piedra. Era una piedra. Pero era mía y no podía perderla. Me la puse y salí silbando bajito.

 

Gloria Salas nació en San Telmo, ciudad de Bs. As. el 6 de abril de 1930, donde vivió hasta 1955 año en que se trasladó a Olavarría donde reside actualmente. Es maestra Normal Nacional recibida en la Escuela Nº3. Profesora de francés recibida en la Alianza Francesa de Olavarría. Casada, tres hijos, tres nietos, dos bisnietos y dos libros publicados.

 

4 comentarios:

  1. Realmente que, Gloria salas, tiene un estilo con sello personal.
    “NO SE PUEDE PERDER”, es un cuento muy interesante, dónde no hay un verdadero protagonista, sino que el hecho de buscar algo, que no se sabe que es, se transforma en mostrar escenas que forman un colage, que da entidad a una realidad y una sociedad, de manera cruda descarnada.
    Cabe destacar que la autora, nació en 1930, tiene una mente lúcida, por lo que su narrativa es muy actual y fresca. Una mente que asimiló los cambios que se han ido produciendo en el mundo y los comprende como pocos lo harían.

    ResponderEliminar
  2. Muy lindo comentario, Oscar. Sé que Gloria lo va a apreciar.

    ResponderEliminar
  3. Un relato admirable en cuanto menciona un "algo" sin que jamás sepamos qué es; armar una historia rodeando ese concepto central sin siquiera definirlo es una proeza literaria. El ambiente naturalista otorga realismo a esta lograda ficción.

    ResponderEliminar

BIFICCIONES (TRECE)

BRILLO DE METAL CROMADO Laura Irene Ludueña & Víctor Lowenstein   Sentado al borde de la cama hecha que no utilizaba hacía semanas...