miércoles, 12 de junio de 2024

PLAY, REWIND, FORWARD

Daniel Frini

 

I – La consultora

 

Buenos días, señor, ¿qué desea?

Tengo una entrevista con el señor… dijo Javier, mientras desplegaba una pequeña servilleta de  la pizzería Santa María, donde había anotado el nombre del ejecutivo de cuentasSandoval. El señor Sandoval.

Muy bien, tome asiento. Lo atenderá enseguida.

Diez minutos después, la secretaria lo hizo pasar a un cubículo pequeño, pero acogedor. Una mesa para seis personas, de metal, con tapa de vidrio oscuro; sillas de pana azul, y un pequeño mueble de madera, enchapado en nogal, sobre el que descansaba una cafetera humeante, con dos tacitas listas para ser servidas. En la pared, bien grande, estaba el logo de la empresa, letras azules en relieve, sobre un óvalo blanco: «Volkov, Kumari &Asociados». Detrás de Javier, entró Sandoval.

¡Buenos días, señor Bonfigli! ¿Cómo está usted? ¿Bien? ¡Tome asiento, por favor! ¿Apetece un café?

Buen di… Bien, gra…Grac… Sí, por favor.

Bonfigli ocupó la silla más próxima a la puerta, por las dudas una vieja costumbre heredada de las épocas en que se debía contar con una buena vía de escape ante los acreedores mientras Sandoval servía el café.

¿Qué lo trae por acá, Javier? ¿Me permite que le diga Javier? ¿Azúcar o edulcorante?

Bueno, yo… Sí, esta bie… Azúcar, gracias. Bueno, mi problema es el siguiente…

Calor ¿no? ¿Bajo la temperatura del aire acondicionado? ¿Hace mucho que me espera? ¡Continúe, por favor, continúe!

Y, si, mucho cal… No, está b… No, apenas unos min… Bueno, le decía que…

Ajá. ¿Vino en auto? ¿Encontró fácil el estacionamiento?

Escúcheme, Sandoval —dijo Bonfigli, subiendo el tono de su voz y haciendo una seña con la mano—, ¿me va a dejar hablar o vamos a seguir así toda la mañana?

Sandoval sintió un escalofrío en la nuca.

Hable, nomás, don Javier… dijo, en un susurro.

Yo supe tener un videoclub en Quilmes hasta hace unos años, Me quedaron en stock como veinte mil películas en VHS, y no sé qué hacer con ellas. ¿Qué me sugiere?

El ejecutivo de cuentas esbozó una sonrisa.

Podría perdérselas en…

No sea guarango interrumpió Bonfigli—. Además, esa fue la primera opción. Estoy buscando otras.

Sandoval recuperó la compostura. Algo le decía que no era conveniente hacer enojar a este cliente.

¿Consideró algunas otras?

Alguien que fuera amigo mío, un tal Hartman, me propuso que crease un espectáculo de circo. Lo apreciaba mucho. Lástima que ahora esté convaleciente. Duele una caída desde el quinto piso.

Bien, bien. Déjeme evaluar algunas ideas y lo llamo a la brevedad…

 

II El negocio

 

Dos años después de haber pisado por primera vez las oficinas de «Volkov, Kumari & Asociados», Javier Bonfigli dirigía su propio y próspero negocio: la cadena de locales de consultoría emocional: «I-Ching Cinema», que contaba con doce sucursales en Capital y gran Buenos Aires, incluso dos en La Salada.

Sandoval bajó de su auto, en la playa privada del local de avenida Libertador, donde estaba  el hedquarter del ahora doctor Bonfigli. Se dirigió a la entrada. La puerta se abrió sola, y el sistema de control digital lo saludó con una voz suave y cantarina.

Buenos días, licenciado Sandoval. El doctor lo espera en su oficina.

El ejecutivo de cuentas de la consultora caminó por la alfombra mullida que cubría el pasillo. Al llegar al despacho de Bonfigli, la puerta le dejó paso y el sistema lo anunció.

El licenciado Sandoval. Adelante, por favor.

El doctor se levantó de su sillón de cuero Leap, original de WorkLounge & Ottoman, y dejó su escritorio de nogal Rafaello, de estilo imperio tardío; y se dirigió con paso rápido y los brazos abiertos, al visitante.

¡Qué hacé, tri-tri!

¿Cómo le va, doctor? ¿Cómo andan sus cosas? ¿Bien? ¿Cómo lo trata el frío? ¿No se toma vacaciones de invierno este año?

No empecés, Sandoval. Sentate.

Está bien. Es la costumbre…

…de mierda que tenés. ¿Querés un whiskicito?

No, gracias. Algunos tenemos que trabajar. ¿Como va la empresa?

¡Fantástico! La verdad, no me voy a cansar de decírtelo. ¡Una idea brillante! ¡Los pacientes hacen cola!

 

III El caso de la mujer engañada

 

Fue uno de los primeros.

La mujer llegó hasta el consultorio del doctor Javier, como se lo conocía, desesperada. Pagó los quinientos dólares sin chistar.

Creo que mi marido me engaña, doctor. Encontré una tarjetita en un bolsillo del pantalón, cuando volvió del trabajo. Era la tarjeta de un hotel. Y nosotros hace años que no nos vamos de vacaciones, aunque muy pocas veces fuimos a un hotel. En general, en carpa…

¿Tiene la tarjetita?

Acá está.

Él la miró y dejó escapar una sutil sonrisa. La tarjeta tenía escrito «Hotel T-lazampo».

—¿En qué trabaja su marido?

—Es empresario gastronómico. Tiene un restaurant en Puerto Madero.

—Vamos a hacer lo siguiente. Déjeme consultar el oráculo. Mientras, usted vaya a ese altarcito del gauchito Gil y réceme quince avemarías y veintitrés padrenuestros.

Javier tomó el catálogo de películas, lo abrió en «románticas», eligió «Doble infidelidad», del año ’69, dirigida por Kubrick. Se fijó el número de almacén, buscó el VHS, lo colocó en la reproductora –una vieja JVC BR-6400TR, de la década del ‘80– y le dio forward hasta la escena en que Michael Caine, en su papel de Robert Ballard, un ejecutivo próspero que engaña a su esposa con una modelo mucho más joven, está trabajando en su estudio. Entra en escena la esposa, Leonie Ballard, interpretada por Lynn Redgrave, que ha descubierto la infidelidad y, muy elegante, vestida de negro, lo confronta, mostrándole las fotos que documentan el engaño. La atmósfera es de tensión y drama. La actuación de Lynn Redgrave es memorable, y transmite ira, dolor y, de alguna manera, la traición que desgarra a su personaje.

 

LEONIE: (Con voz temblorosa) ¿Qué es esto, Robert? ¿Me puedes explicar esto?

ROBERT: (Nervioso) Leonie, yo... no es lo que parece.

LEONIE: ¡No me mientas! He visto las fotos. ¡Me engañaste!

ROBERT: (Tratando de calmarla) Lo siento, Leonie. Fue un error. No volverá a suceder...

LEONIE: ¡No me digas eso! ¡Destruiste nuestro matrimonio! (llena de ira y dolor, toma un jarrón y lo lanza contra la pared, haciéndolo añicos. Robert se queda atónito ante la furia de su esposa. Ella grita) ¡No puedo creer que me hayas hecho esto! ¡Te he dado todo mi amor, mi confianza!

ROBERT: (Intentando acercarse) Leonie, por favor, escúchame...

LEONIE: ¡No quiero escucharte! ¡Vete! ¡No quiero volver a verte! (sale corriendo de la habitación, dejando a Robert solo en el estudio, con los restos del jarrón roto. Él se muestra abatido y arrepentido).

 

Cuando la mujer terminó de rezar, la llamó a su oficina y apretó play. Ella miró absorta la escena. Cuando terminó, dijo en un susurro…

No entiendo…

Bonfigli apretó stop, luego rewing, stop y, nuevamente, play. La escena se repitió. Al final, dijo:

Está clarísimo. El I-Chin Cinema no deja lugar a dudas. —Lo dijo, aunque, en realidad, no tenía ninguna idea de cómo relacionar el problema de la mujer con la escena que le había mostrado.

Ella se mantuvo absorta unos segundos y, luego, sonrió con cierta malicia.

A la semana siguiente, Javier se enteró, por terceros, de un cierto empresario gastronómico que había engañado a su mujer y esta, al enterarse, le reventó las tarjetas y la cuenta del banco, y lo dejó en la ruina.

IV El empresario estafado por el socio

 

¡Desesperante, Doctor! ¡Nada menos que a Aruba, se fue! ¡Y con mi secretaria!

¿Y, seré curioso, mucho le sacó?

¡Todos los dólares de la caja fuerte, que debían ser como ciento cincuenta mil! ¡No sé! ¡El llevaba los libros!

Tranquilícese. Déjeme ver qué solución le encontramos. ¿Practica usted alguna religión?

¡¿Qué sé yo?!, ¿qué tiene que ver?

Por favor, Marina el doctor llamó por el intercomunicador de su consultorio.

La secretaria entró.

Acompañá al señor a la zona de meditación unos segundos.

Y agregó dirigiéndose al paciente

Vaya con ella. Encontrará varias salitas con diversos altares. Budismo, sintoísmo, judaísmo, cristianismo, islamismo. Elija la que quiera y rece, haga yoga o rásquese el ganso hasta que yo lo llame.

El doctor Bonfigli repitió la rutina.

Esta vez eligió «El tercer hombre», del ’49. Una obra maestra del cine negro, dirigida por Carol Red. Puso el VHS en el reproductor –ahora un Funai DV220FX5 Dual-Deck DVD/VHS del 2016, el último fabricado en el mundo y traído especialmente desde la casa matriz en Osaka en el 2023— y apretó forward en el control remoto, hasta la parte en que Anna Schmidt, interpretada por Alida Valli, y Holly Martins, personificado por Joseph Cotten, están en un callejón oscuro de Viena, y ella le cuenta a él acerca de sus sospechas de que Harry, su exnovio y amigo de Martins, ha sido asesinado por su propio socio, el mayor Calloway, que es protagonizado por Trevor Howard. La escena está llena de tensión y suspenso. Joseph Cotten y Alida Valli transmiten la desconfianza y la determinación de sus personajes.

 

ANNA: (Susurrando) Harry me dijo que Calloway lo estaba engañando. Que le robaba dinero y lo ponía en peligro.

HOLLY: (Incrédulo) No puedo creerlo. Harry y Calloway eran socios desde hace años.

ANNA: Lo sé, pero algo ha cambiado. Harry estaba a punto de denunciarlo.

HOLLY: (Preocupado) ¿Y qué crees que hizo Calloway?

ANNA: (Con voz temblorosa) Lo mató, Holly. Estoy segura de ello. (En ese momento, el Mayor Calloway aparece en el callejón. Al ver a Holly y Anna, se acerca con una sonrisa fingida.)

CALLOWAY: (Con tono amistoso) ¡Holly! ¡Qué sorpresa encontrarte aquí!

HOLLY: (Con frialdad) Mayor Calloway, tengo algunas preguntas para usted.

CALLOWAY: (Nervioso) ¿Preguntas? ¿De qué se trata?

HOLLY: (Mirándolo fijo) Quiero saber qué pasó con mi amigo, Harry Lime.

CALLOWAY: (Tratando de desviar la atención) Un accidente desafortunado, eso es todo. Un accidente.

HOLLY: (Incrédulo) No me diga. Yo sé la verdad. Usted lo mató, ¿verdad?

CALLOWAY: (Con furia) ¡Eso es una mentira! ¡No tiene pruebas de lo que dice!

HOLLY: (Sacando una carta del bolsillo) Tengo esta carta, escrita por el propio Harry. En ella confiesa que usted lo estaba engañando y que él planeaba denunciarlo.

CALLOWAY: (Pálido) ¡Esa carta es falsa! ¡La ha inventado!

HOLLY: (Mostrando la carta a Anna) ¿Qué opina usted, Ana? ¿Le parece falsa? (Anna con  un movimiento de cabeza, confirma la autenticidad de la carta. Callaway, acorralado, se da cuenta de que ha sido descubierto. Intenta huir, pero Holly y Anna lo detienen.)

 

Llamó al ejecutivo y apretó play. Joseph Cotten y Alida Valli aparecieron en el callejón de Viena en toda la pantalla del Samsung Q80C con pantalla de 98 pulgadas. Llegó al final de la escena y pulsó rewind, llegó otra vez al principio y, nuevamente, apretó play. Hacía esto, lo había aprendido con los años, para que el propio interesado sacara sus conclusiones, sin que él tuviese que resolver nada.

¡Qué lo tiró! ¡Gracias, doctor!

Dos semanas después, El doctor Bonfigli leyó en el portal de Crónica: «Empresario mata a socio en drama pasional».

Ups dijo el doctor, mientras cerraba su notebook Asus Rog GX700VO y se servía otro whisky.

 

V El enamorado

 

—¿Qué le hice yo? Dígame, doctor, ¿qué le hice yo?

—Y, amigo, usted sabe cómo son estas cosas. Un día lo ama y al otro, ese amor se esfumó. Como un whiskicito: ahora está en el vaso —dijo, tomando el último sorbo—, y ahora no.

—Pero, ¿a usted le parece? —agregó, sollozando—. ¡Siete años con ella! ¡Siete! ¡Comprometidos en matrimonio! Y viene y me dice «No sos vos, soy yo», «Necesito mi espacio» y «Debo tomar un tiempo para mí, unos nueve o diez años» ¿A usted le parece?

—El amor es un caramelo «Media Hora» —dijo Bonfigli, a cuenta de nada. Cambiando el tono de voz a uno más resolutivo, agregó—. Mire, vamos a hacer lo siguiente: yo consulto las profecías mientras usted va a pasear su perro, su gato, su ornitorrinco o se pone a contar hormigas. Lo que más le venga en ganas. Cuando tenga la solución, lo llamo y conversamos.

Como los años lo habían convertido en experto, Javier, sin consultar el catálogo, tomó el VHS de la clásica «Casablanca» –dirigida por Michael Curtiz, 1942–, buscó la escena en la que Humphrey Bogart, en el papel de Rick Blaine, un estadounidense expatriado que dirige el Rick’s Café  en la Casablanca de la Segunda Guerra Mundial, ve entrar a su local a Ingrid Bergman, que interpreta a Ilsa Lund, ex amante de Rick, con su esposo, Paul Henreid, que le da vida a Victor Laszlo, un líder de la resistencia checa. Ilsa y Victor desesperan por llegar a Estados Unidos y están allí para pedirle ayuda a Rick. Humphrey Bogart e Ingrid Bergman dejan ver el dolor y la nostalgia de sus personajes.

 

ILSA: (Con voz temblorosa) Rick, no puedo creer que estés aquí.

RICK: (Sorprendido de ver a Ilsa después de muchos años y lleno de dolor por su amor perdido, trata de mantener la compostura) Ilsa, ha pasado mucho tiempo.

ILSA: Sí, demasiado tiempo.

RICK: (Mirando a Victor) ¿Y este señor?

ILSA: (Presentándolo) Este es mi esposo, Victor Laszlo.

RICK: (Con enfado) ¿Tu esposo?

VICTOR: (Extendiendo la mano) Un placer conocerte, Rick. (Rick estrecha la mano de Victor con frialdad, mientras Ilsa observa la tensión entre los dos hombres.)

ILSA: Rick, necesitamos tu ayuda. Victor es un líder de la resistencia checa y los nazis lo buscan. Necesitamos una forma de salir de Casablanca.

RICK: (Con amargura) No sé si puedo ayudarte, Ilsa.

ILSA: (Suplicando) Por favor, Rick. Es la única esperanza que nos queda. (Rick lucha contra sus sentimientos por Ilsa y su deseo de ayudarla. Sabe que si la ayuda a escapar, nunca volverá a verla.)

RICK: (Mirando a Ilsa a los ojos) Lo haré, Ilsa. Te ayudaré a escapar. (Ilsa sonríe con lágrimas en los ojos, agradecida por la ayuda de Rick. Sin embargo, este sabe que es el final de su amor y la última vez que la verá).

 

Bonfigli repitió el ritual: play, rewind, forward, play.

El enamorado lo miró con ojos sorprendidos.

—¡Gracias, doctor, gracias! ¡Mi problema está resuelto!

Unos meses más tarde, Javier recibió una llamada en su Asus ROG Phone 3 Strix Edition. Desde la recepción, Marina, su secretaria, lo oyó decir: «¿Qué hacé, Sandoval. Ajá. ¿Y qué noticias tenés, tri-tri? ¿Monje budista? ¡¿En el Tibet?! Mirá vó.»


Daniel Frini. (Berrotarán, Córdoba, 1963). Es Ingeniero Mecánico Electricista de profesión, escritor y artista visual. Publicó Poemas de Adriana (2017), Manual de autoayuda para fantasmas (2015) El Diluvio Universal y otros efectos especiales (2016) y Nueve hombres que murieron en Borneo (2018). Colabora en numerosos blogs y espacios digitales. Sus ficciones integraron diversas antologías, entre las que merecen destacarse Visiones (2009), Grageas 2 (2010), Pupilas (2012), Tricentenario (2013), Lectures d'Argentine (2013), Primeros exiliados (2013), Circo Gallatico (2013), Todo el país en un libro (2014), Fútbol en breve, microrrelatos del jogo bonito (2014), Borrando fronteras (2014), Grageas 3 (2014), Il meglio di Pegasus (2015), El fantasma de las navidades presentes (2015), Cien páginas de amor (2015), Minimalismos (2015), Extremos (2016) y Espacio Austral (2016). Ha obtenido, entre otros reconocimientos, el Premio Internacional de Monólogo Teatral Hiperbreve ‘Garzón Céspedes’ (2009); Premio ‘La Oveja Negra’ (2009), Premio ‘El Dinosaurio’ (2010), Premio I Certamen Internacional de Relato Corto Nouvelle  (2017) y el Místico Literario del Festival Algeciras Fantastika 2017.

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