Frank Roger
—Me gustaría tener un bebé —dijo Miranda.
—¿Un bebé?" —Mike quedó congelado.
—Sí. — Mike sacudió la cabeza incrédulo, continuó quitándose la ropa.
—¿Te das cuenta de lo que estás diciendo? ¿Sabes lo que implica tener un bebé?
—Sí, lo sé —dijo Miranda; sonó completamente convencida. Mike estaba completamente desnudo y alcanzó su traje de goma, doblado en su envoltura herméticamente sellada.
—¿Eres consciente de la cantidad de trámites burocráticos que tendremos que sortear? Y de todos modos, ¿de dónde sacaste la idea? Sabes muy bien los peligros que implica tener un bebé en estos días. Sinceramente, no entiendo tu punto. Ahora, ¿podemos seguir adelante? —Rompió la envoltura retráctil y la arrancó, luego comenzó a desplegar el traje de goma.
—Espera un segundo —dijo Miranda—. No te lo pongas todavía. Quiero hablar primero. —Mike contempló los contornos sugerentes de Miranda, deslumbrantes en su desnudez, y suspiró con creciente desesperación.
—Está bien, entonces. Te estoy escuchando.
—Realmente creo que no hay nada romántico en estos trajes de goma. Te ves horrible usándolo y te sientes aún peor.
—Oh, vamos, Miranda. —Mike sintió que la ira afloraba—. ¿Crees que uso estas cosas solo por diversión? ¿No has leído algún periódico en los últimos diez años más o menos? ¿Recuerdas una enfermedad llamada SIDA, Miranda? —Miranda asintió con la mirada baja—. Tal vez también recuerdes que el virus del SIDA se adaptó y evolucionó para convertirse en un asesino despiadado, capaz de resistir cualquier antibiótico, capaz de transferirse a otros huéspedes de diversas maneras, transportado por el sudor, la saliva o cualquier otro fluido corporal que se te ocurra. ¿Recuerdas cómo cualquier contacto de piel se convirtió en un riesgo mortal? Las personas ya no se daban la mano sin guantes. Besar a tus hijos para despedirte se convirtió en algo del pasado. El sexo tenía que llevarse a cabo con protección corporal total. Casarse requería interminables pruebas médicas. La única forma de tener bebés era mediante inseminación en condiciones controladas de laboratorio después de una cantidad aterradora de molestias médicas y administrativas. No puedes haber olvidado todo eso.
—No lo he olvidado —dijo ella; su voz era un sereno susurro.
—Bien —dijo Mike; su enojo iba disminuyendo. En cierto sentido, ella tenía razón, por supuesto. Los trajes de goma no eran precisamente divertidos, pero al menos garantizaban una seguridad total. Envolvían completamente el cuerpo, aislándolo del mundo exterior, eliminando así todo peligro de contaminación. Ningún fluido corporal, ni siquiera la respiración, podían atravesarlos. Los trajes tenían depósitos para el semen y el sudor, y venían con suministros de aire para una hora. Algunos tipos más baratos tenían suministros de diez minutos, adecuados si te gustan las cosas rápidas. También había modelos elegantes, moldeados y coloreados según dictaba la moda.
—¿Mike? Hay algo...
—¿Sí? —Ella interrumpió el flujo del pensamiento de Mike. ¿Estaba finalmente lista para lo que él había venido a buscar?
—Todavía me gustaría tener un bebé. A la antigua. Tira el traje de goma, Mike. Ya no importa realmente. —Antes de que él pudiera protestar, levantó la mano y preguntó—: ¿No has escuchado las noticias?
—No, estaba en camino para venir a verte. ¿Qué pasó?
—Parece que descubrieron que cepas mutantes del virus se han infiltrado en nuestra cadena alimentaria. También están en el agua, y aparentemente algunos tipos pueden viajar por el aire.
—¿Quieres decir...?
—Significa que ahora puedes ser contaminado al comer, beber o respirar.
—Oh, ya veo.
—Así que o todos tendremos que usar un traje de goma con suministro de aire de por vida, o...
—O simplemente no nos molestamos más. Sí, ahora entiendo lo que quieres decir. — Después de una vacilación momentánea, Mike dejó caer el traje de goma al suelo y lo apartó con el pie. Miranda tenía razón. Ya no importaba realmente. Al notar la sonrisa tentadora de la mujer, se aproximó ansioso hacia ella.
Título original: Cowboys of the rubber plains
Traducción del inglés: Sergio Gaut vel Hartman
Frank Roger Florimond De Cuyper, nacido en Gante, Bélgica, el 30 de marzo de 1957 (más conocido por el seudónimo de Frank Roger), es un escritor flamenco de relatos cortos. Su obra se describe como una mezcla de literatura fantástica, sátira, surrealismo, ciencia ficción, humor negro y también realismo mágico. Ya en la adolescencia, se sintió inclinado a abordar el género de ciencia ficción y en 1975 publicó su primer relato en la revista flamenca SF-Magazine, al que siguieron relatos en diversas revistas y antologías flamencas y neerlandesas. Dos de esas revistas, SF-Magazine y De Tijdlijn, le dedicaron números especiales. En la década de 1980, también empezó a publicar en inglés. Algunos de sus relatos se tradujeron al francés. A partir del año 2000, empezaron a aparecer colecciones de sus relatos. Su obra apareció en un número creciente de idioma hasta superar las mil publicaciones en más de cuarenta lenguas.
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