martes, 9 de abril de 2024

EL TREN

Suray Annys 


El extraño sujeto que encontré en la estación parecía haber olvidado el incidente, pero yo me había asustado mucho.  Éramos los únicos en el andén. Cuando  llegué el hombre se acercó, se paró frente a mi mirándome fijo y serio. Sujeté mi cartera con fuerza. Vestía bien pero sus cabellos y barba estaban largos y desprolijos. No llevaba equipaje ni bolso ni nada en sus manos grandes y fuertes.

—No subas al próximo tren —me dijo.

—¿Por qué? —le espeté.

—Porque no es el que esperas. Es un tren fantasma, viene del pasado y va al futuro.

—Pues según el horario debe pasar mi tren, no el suyo —porfié.

—Como  digas. Yo te avisé —Y se alejo unos cuantos metros.

El tren llegó y subimos en vagones diferentes. No estaba tranquila por eso no me dormí. Había pocos pasajeros. Reparé en sus atuendos extraños y anticuados.  Viajaban solos; no había grupos ni familias. Miré por la ventanilla; el campo cambiaba de colores y pronto hizo frío, después calor, después, frío de nuevo. Afuera llovió, paró. Llovió, paró. Todo estaba enrarecido. No reconocía el trayecto ni el paisaje. No sé cuánto tiempo paso, creo que dormité. Pero no hubo paradas. Mire a una mujer que estaba en el asiento del otro lado del pasillo. Me espante. Era un esqueleto seco dentro de sus vestidos. Me cambié de asiento Pero no vi a nadie más.

¿Dónde habrían bajado los otros?... ¿Pasamos por estaciones y yo dormía? Afuera, los días y las noches se sucedían cada vez más rápido. Hasta las ventanillas parecían parpadear en la vertiginosa alternancia. Me dormí en estado de inquietud. Me despertó la voz del guarda…

—Fin del recorrido.

Al levantarme los huesos me dolieron… me costó mantenerme en pie.  Bajé del tren sintiéndome perdida. Había un cortejo fúnebre en la estación. Me acerque a ellos y juez de paz me dijo

—Aun no la esperábamos. Nos apuramos a venir cuando supimos que abordó este tren.

—No entiendo nada. Se confunden de persona.

Entonces el hombre sacó un pequeño espejo y me lo dio. Me mire y no me reconocí. Era una ligera y frágil anciana.

—Por favor, por aquí —me dijo el juez de paz tendiendo la mano para ayudarme a entrar en el féretro.


Suray Annys usa el apellido materno para escribir y publicar. Es profesora de artes, ecologista arboricultora y jardinera y paisajista autodidacta. Escribe, actúa, y dibuja desde los seis años. Es anarquista, no cree en el mercado, las religiones, la civilización iluminada por la ciencia... Por ende, regala y comparte su producción artística burlándose del valor monetario del arte, el lavado de dinero a través del mismo, los egos del derecho de autoría y la arrogancia consumista de hacer arte por el arte o pretender vivir de él. Vivir con arte y poner este al servicio de la comunicación y el conocimiento es su interés. Deja siempre inacabada su obra, transfiriendo al interlocutor/consumidor los interrogantes. Le gusta pasearse como en la vida misma por diversos géneros y materias. Aunque destaca que prefiere las ficciones filosóficas y la literatura fantástica porque la realidad es demasiado absurda y bizarra. No publicó nada en ningún lado, a excepción de revistas autogestivas y redes sociales. Utiliza seudónimos múltiples para diferentes producciones y rara vez colabora en creaciones colectivas. Para acceder a su trabajo el único modo es el azar o el contacto directo.

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