miércoles, 17 de abril de 2024

EL RECLAMO

 Rafael Martínez Liriano



El sol brilla con furia diabólica, como si supiera el infierno que sus rayos prodigaban. Saskia camina como un zombie, sin rumbo, con el único objetivo de salir de aquel desierto. El dolor y la fatiga hacían que cada paso fuera una tortura. De repente, su andar se interrumpe por un sonido, un silbido que ella reconoce de inmediato como una amenaza. Saskia mira a su alrededor y ve dos cobras de arena erguidas que se acercan velozmente.

 

—¡Ya basta! —escuché de pronto. Busqué por toda la habitación, pero no había nadie—. Fui yo quien gritó —dijo una voz femenina muy cerca de mí—. Soy yo, Saskia, y estoy dentro de tu cabeza. —Miré por todas partes, asustado y buscando una explicación—. No, no te estás volviendo loco —dijo la voz—. Por lo menos no estás más loco de lo que estabas esta mañana.

—¿Qué está pasando? —dije confundido—. ¿Dónde estás?

—Solo puedo estar en un lugar —respondió la voz—. Estoy en tu mente, donde nací. Donde fui creada por ti.

—¿Cómo es esto posible? —pregunté sorprendiéndome al hacerlo.

—¿Cómo es posible?, si no lo sabes tú, yo tampoco. Solo sé que te grité. Eso hace la gente cuando quiere ser escuchada.

—¿Qué quieres?

—Soy Saskia, y grité porque estoy cansada de sufrir en tus manos.

—¿Sufres? ¿Cómo es posible? —pregunté sin saber muy bien lo que sucedía—. Eres un ser imaginario, y como tal no deberías poder sentir.

—Sí, siento, y sufro, ya sea imaginaria o no, ¿verdad? Sé cuales son las reglas de la literatura, pero siento a cada paso que doy, con cada golpe que recibo; siento que este sol me quema y como se rompe mi pecho con cada lágrima que he derramado por mis seres queridos, que ya no están en esta historia que has creado.

—Si sientes y sufres entonces quiere decir que estás viva, pero eso no debería ser posible —respondí—. La gente no nace de la imaginación de otra persona. —Estaba cada vez más confundido con la conversación—. Lo que no entiendo es cómo has roto el orden natural de las cosas —logré decir finalmente.

—No sé si he roto algún orden con mi queja, solo sé que ese orden tuyo solo ha significado dolor y sufrimiento para mí.

—Debes sufrir para crecer como personaje; ese es el camino del héroe; creo que así se denomina, cada cosa que suceda en tu historia forjará tu carácter, te hará más fuerte; y al final serás una mejor persona. —De un momento a otro me vi tratando de dar sentido a algo que ni siquiera yo veía en ese momento.

—¿En verdad has meditado por un momento sobre esto? ¿Qué dices? ¿De verdad crees que ver morir a mi familia y ser violada por psicópatas me ayudará a crecer como persona?

—Entiendo que todo por lo que has pasado te haga tener una percepción negativa de tu vida, pero te aseguro que también tendrás muchas cosas buenas que compensarán todo esté sufrimiento. —A medida que hablo voy tratando de convencerme con la explicación.

—Jajaja, pobre iluso —dijo ella—. ¿En realidad crees que hay algún bienestar que borre todo el sufrimiento que he tenido que pasar? Este dolor no se irá nunca de mi memoria, estará marcando mi alma mientras esté viva.

—¿No crees que deberías tener más fe en mi capacidad para crear una historia, yo te he concebido y sé qué es lo mejor para ti. —Empezaba a sentirme más identificado con la posición de Saskia que con la mía.

—Haberme creado no te da derecho de manejar mi vida como te dé la gana, sin ningún tipo de consideración; me creaste con la capacidad de sentir y tener emociones. Pero yo soy tu creación, no tu propiedad.

—¿Qué quieres que haga con la historia? —pregunté contrariado; aquello no tenía el más mínimo sentido para mí—. En ella deben suceder cosas, la vida es una lucha constante para sobrevivir, no hace diferencia que seas una persona real o imaginaria.

—Siempre me quejaré del sufrimiento sin sentido, no me parece que el único objetivo de alguien imaginario o no, sea sufrir, tener algunos momentos de felicidad entre cada dolor.

—¿Sabes qué creo? Creo que tienes suerte por ser un personaje imaginario; tu vida tiene un sentido intrínseco desde el mismo instante en que te concebí dentro de mi mente. Tienes un propósito, algo que yo posiblemente nunca pueda conseguir como persona real.

—No sé si tener un propósito impuesto sea una señal de suerte, me gustaría, en vez de eso, tener la posibilidad de elegir cuál será ese propósito.

—No sé si tal cosa es posible, ni aún teniendo toda la libertad del mundo.

—Intentarlo siempre será posible; que podamos conseguirlo solo el tiempo lo dirá.

—En eso debo admitir que tienes razón.

—¿Qué sigue para nosotros después de esta conversación? —preguntó Saskia.

—No sé —le dije—, pero sea lo que sea lo averiguaremos juntos.

 

Las cobras están listas para atacar…



Rafael Martínez Liriano tiene cuarenta y seis años. Vive en Villa la Mata, en la provincia Sánchez Ramírez, norte de su país, la República Dominicana. Escribe desde hace cinco años y la mayor parte de su actividad, individual y colectiva, la realiza en el ámbito del TALLER 9. 

 

 

 

 

 

 

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