lunes, 15 de abril de 2024

EL PÁJARO DE TRUENO

 Lu Evans


Es una hermosa tarde de verano en Río de Las Piedras Perdidas. El cielo azul claro me hace feliz y es entonces cuando quiero estar al aire libre y disfrutar de la naturaleza. Camino por las calles bordeadas de árboles. Las horas se pasan tan rápido que, antes de darme cuenta, estoy exhausta. Luego, al encontrar un parque, me siento en el banco más alejado a los niños que juegan bajo la atenta mirada de sus madres.

Saco del bolso un bocadillo y una lata de Coca-Cola. Al darse cuenta de que tengo comida, algunas palomas se me acercan, caminan torpemente con sus diminutas patas, moviendo la cabeza hacia adelante y hacia atrás.

Les tiro unas migas de pan. El número de palomas aumenta a mi alrededor hasta que una inmensa sombra desciende sobre mi cabeza. Con un chirrido, la criatura se lanza sobre los pájaros con todo el peso de su enorme cuerpo. Algunas palomas logran escapar. Otras quedan aplastadas bajo la criatura. Algunas, golpeadas por las grandes alas, quedan desorientadas.

El gran pájaro se traga las palomas que tiene debajo hasta que no queda ninguna.

En estado de shock, quedo inmóvil como una estatua.

El pájaro no es un halcón, ni un águila, ni un buitre, ni un cóndor. Es más grande y más robusto que cualquier pájaro que haya visto jamás.

—Oh, nada como un refrigerio a media tarde, ¿eh? —el pájaro habla con su voz aguda y aterradora.

Miro a mi alrededor para asegurarme de que realmente soy yo con quien está hablando. Nadie más está cerca ni mirando en nuestra dirección.

—Sí, es un buen momento para tomar un refrigerio —mi voz tiembla—. ¿Tienes sed? Tengo una botella de agua en mi bolso —le ofrezco, pensando que es más prudente ser amigable que comestible.

—El día es muy caluroso. El calentamiento global es una mierda. Si no te importa, acepto la oferta.

Me apresuro a alcanzar la botella de agua. Con manos temblorosas, abro la tapa y se la entrego al pájaro. Agarra la botella con una de sus garras y bebe ruidosamente.

—¡Gracias! Es muy amable de tu parte.

—De nada. ¿Le importaría decirme quién es usted, señor? No me malinterprete, pero nunca he visto una criatura así y soy una espectadora atenta de los documentales sobre la naturaleza.

—No me importa en lo más mínimo —responde—. Soy un pájaro del trueno[1].

—¡Pájaro de trueno! ¿Ese pájaro legendario?

El animal ríe con tanta fuerza que se sujeta el vientre con las alas.

—No soy una leyenda. ¿No ves que soy muy real? —Se da vuelta y extiende sus larguísimas alas.

—Sí, por supuesto. Pero estoy confundida.

—Oh, soy el pájaro de trueno original. Teratorn a su servicio.

Desconcertada, pregunto si puedo buscar el término en mi celular y la criatura me dice que siga adelante. Para mi sorpresa, el pájaro viene a sentarse a mi lado y me explica que siempre ha tenido curiosidad por ver cómo funciona un teléfono celular. Me deslizo hasta el borde del banco.

—Lo siento. Estoy un poco nerviosa. —Intento sonreír.

—Es comprensible, pero, por favor, continúa —dice cortésmente.

—Bueno, en realidad es muy simple. Sólo tenemos que poner el tema que queremos investigar en esa pequeña barra y hacer clic en la lupa. ¿Ve? Simplemente, hago clic en el término “teratorns” y aparece una lista de artículos. Ahora Seleccionaré uno de esos artículos para conocer toda la información sobre usted.

—Seleccione este, por favor. Tiene una linda foto que se parece a mí. —Señala con la punta de su pico curvado.

Todavía nerviosa, sigo leyendo:

—El legendario Pájaro de Trueno puede haberse originado a partir de los Teratorns, ancestros de los buitres, que volaron sobre Nuevo México hace unos diez mil años. Sin embargo, hay informes de personas que han visto tales aves en fechas tan tardías como el siglo XIX en las montañas de Doña Ana, en las afueras de Las Cruces.

—Exactamente —dice él con orgullo.

—¡Guau! ¡Fascinante!

—¿Y sabes qué es aún más fascinante?

—No tengo idea, pero estoy ansiosa por descubrirlo.

Sus ojos de ave de presa se estrechan.

—Es que estoy siempre hambriento.

—¡Mami, mira! ¡Un pájaro gigante lleva una mujer!

Concentrada en tejer, la mujer presta poca atención a lo que dice su niña, pero aun así mira hacia el cielo, pero lo único que ve es una sombra que se aleja entre las nubes.

—¡Sí Sí…!

¡No importa! El pájaro gigante ya ha desaparecido por encima de las nubes.


[1] El pájaro de trueno es una criatura legendaria para ciertos pueblos indígenas de América del Norte. Se dice que crea truenos batiendo sus alas y relámpagos con el brillo de sus ojos. Esta leyenda podría estar inspirada en un animal real, el Teratorn, un ave rapaz prehistórica con una envergadura de entre 11 y 12 pies y vivió hace aproximadamente 25 millones de años.


Lu Evans es brasileña, licenciada en Periodismo y estudiante de Antropología en el Central New Mexico College/USA. Ha publicado dieciséis libros, algunos de los cuales han sido traducidos al inglés y al español. También es dramaturga, cuyos textos de teatro infantil y para adultos han sido representados y premiados en Brasil. Sus cuentos han aparecido en antologías y revistas nacionales e internacionales. Es miembro del Centro de Literatura y Cine André Carneiro, de la Academia Internacional de Literatura Brasileña y de la Speculative Literature Foundation/USA, de la que es jurado en los concursos A.C. Bose y Diverse Worlds + Diverse Writers. Coordina el proyecto Fantastic Literature by Women/US y Fantastic Writers (con Rozz Messias). Algunas de sus colecciones incluyen autores de distintos países: América Fantástica, Fator Morus, Vozes Intergalácticas, O Último Dia do Futuro y Terra Mágica.

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