viernes, 12 de diciembre de 2025

QUE LES VAYA BIEN… Y GRACIAS POR ABSOLUTAMENTE NADA

Achim Stößer

 

Hace ya dos mil años que estoy aquí y he muerto ciento cuatro veces. En algunas oportunidades ha sido por un accidente, pero en la mayoría de los casos ustedes me han matado. Claro, sería muy grave si yo fuera un ser humano, pero es lo suficientemente grave, sobre todo teniendo en cuenta que ustedes no sabían quién era yo, y que mi muerte solo es pasajera. Y que aparte de que crear un nuevo avatar dura meses, cada nacimiento es un martirio. Todavía recuerdo la primera vez, la más terrible: mi conciencia despierta en medio de una absoluta privación sensorial, oscuridad total, silencio, ni frío ni calor, ninguna sensación, una nada como la muerte. Lentamente comienzan a regresar los sentidos, estoy tendido en un coma vigil en una bañera llena de una mucosidad viscosa, incapaz de moverme y comienzo a comprender que el cuerpo en el que me encuentro parece amputado, semiciego y sordo (usando la terminología de ustedes para colores y sonidos que nosotros podemos ver y oír: infrarrojo, ultravioleta, infra y ultrasonido), ninguna percepción de campos magnéticos o eléctricos. Ningún órgano de la línea lateral, claro, ya que ustedes viven en una atmósfera de gases. Lentamente tomo el control sobre mis miembros, solamente cuatro, como si los otros hubiesen sido amputados. Dolores fantasmas en los miembros faltantes, dolor de cabeza. Aguijonazos sobre la piel, en cada miembro, sobre la lengua y los globos oculares. Náuseas, la permanente sensación de tener que vomitar sin producir más que un par de arcadas.

Duró un par de días, hasta que la sonda juntó suficientes muestras de habla, simples señales acústicas, para equipar con ellas el cerebro del avatar, y después llevó unas cuantas horas el controlar suficientemente los órganos vocales. Otros idiomas, que poco se diferenciaban de este, resultaron luego más fáciles gracias a los primeros ensayos.

Ya nuestra llegada aquí, a este insoportable mundo, estuvo ensombrecida por una catástrofe infernal. Apenas nos habíamos aproximado a la órbita lunar cuando descubrimos un asteroide que amenazaba impactar con el planeta que habitan. En verdad, y visto desde cierta distancia, el mundo es una linda esferita… en especial si uno no conoce a sus odiosos habitantes: enormes océanos de un azul centelleante, las masas terrestres cubiertas de una flora verde, casquetes polares de un blanco enceguecedor, si me limito a vuestro espectro visual; la vista desde arriba cae sobre nubes suaves. Pero el lado nocturno es oscurísimo, negro como la pez, un reflejo de la infernal vida que allí se desarrolla, aún cuando ahora los continentes deben estar sembrados de luces como el rocío matutino sobre las telas de araña.

¿Recuerdan el suceso de Tunguska? Seguro, recién han pasado un par de años desde eso. El asteroide explotó en el aire sobre Siberia. En un radio de treinta kilómetros, sesenta millones de árboles fueron arrancados de la tierra, en una población situada al doble de distancia saltaron puertas y ventanas, la llamarada de la explosión se pudo ver a quinientos kilómetros de distancia, seguido de truenos y una terrible onda expansiva. También murieron un par de renos. La explosión tuvo la potencia de cerca de cuatro megatones de TNT (aún cuando ustedes exageran el efecto y hablan de diez a quince megatones, lo que equivaldría a mil veces la energía de Little Boy con la cual ustedes destruyeron Hiroshima y a un cuarto de la bomba “Zar” sobre Nowaja Semlja de hace tres décadas y media) ya que el asteroide solo tenía un diámetro de cincuenta metros y explotó a una altura de diez kilómetros. Pero ese fue un pedregullo inocuo en comparación con aquel que entonces se dirigía rumbo a la Tierra: mucho más denso, el diámetro cien veces más grande... como sabíamos que el planeta estaba habitado no vimos otra salida que embestirlo para desviar su curso. Un impacto hubiese provocado primero terremotos, tsunamis y enormes incendios, y después un invierno global debido al hollín y otras partículas, un invierno que hubiese enfriado dramáticamente la superficie marina, seguido de tormentas debido a la diferencia de temperatura que habrían mantenido las partículas suspendidas en la atmósfera. Recién después de muchos años, por los gases de efecto invernadero, las temperaturas se hubiesen elevado a un nivel superior al que tenían antes del impacto. Conseguimos cambiar el curso del asteroide apenas lo suficiente para que no choque con la Tierra, pero sufrimos una avería en nuestra nave. Logramos dirigirla hacia vuestro planeta haciendo un gran esfuerzo. La envoltura externa se fundió por la fricción de la atmósfera, porque no estaba diseñada para eso, pero teníamos cápsulas de emergencia especiales. Seguramente les habrá gustado el espectáculo que ofreció nuestra caída: fuimos, mientras atravesábamos el cielo nocturno, y antes de sumergirnos en el mar Mediterráneo, la estrella fugaz más brillante que hayan visto. La cubierta exterior, abruptamente enfriada por el agua marina, chirrió y crepitó; el agua hervía a borbotones y así llegamos al fondo del mar. Por una grieta en la pared de la nave se introdujo la líquida, pero para nosotros venenosa sustancia, el agua salada. Solamente sobrevivimos dos.

 

 Si bien nosotros podemos sobrevivir en vuestro aire nunca nos hubiésemos podido mostrar con nuestra verdadera fisonomía. Ustedes gritan de miedo en el cine frente a Tarántula o a las hormigas mutantes de Them!, por lo que atacan a cualquier insecto que quiera compartir vuestras cuevas artificiales con monstruosas armas letales que ustedes llaman aspiradoras. Pero por eso tenemos los avatares, máquinas biológicas en cualquier forma posible, creadas para alojar nuestra conciencia aún en una atmósfera para nosotros letal, que es lo que hacen aquí, mientras que la nave en donde nuestros cuerpos están prisioneros, a pesar de sus daños irreparables, protege nuestros cuerpos reales.

 

El hormigueo en el cuerpo y las náuseas fueron desapareciendo paulatinamente. El útero, lleno del gas para nosotros letal que ustedes respiran, emergió a la superficie y se dirigió a la costa. Cuando llegó a la playa lo abrí, descendí con piernas temblorosas (dos piernas), me tambaleé dando un par de pasos y me dejé caer al suelo hasta juntar fuerzas suficientes. Después emprendí camino al próximo pueblo que pude encontrar.

Al principio ustedes no me parecían muy peligrosos, aún cuando la reacción a mi presencia, en la fase en la que yo todavía no estaba en condiciones de hablar, no fue muy amistosa. Pero cuando mi capacidad de comunicarme fue mejorando y estuve en condiciones de comprender más, entendí lo que ustedes comían: los cadáveres de cabras y ovejas que habían asesinado. Y cuando presencié como ustedes apedrearon a un hombre hasta matarlo porque, como ustedes decían, había pronunciado el nombre de vuestra divinidad, me interpuse y les expliqué que no hay dioses y que ustedes mismos deben asumir la responsabilidad, que las fórmulas mágicas, ya sean nombres de dioses, plegarias o maldiciones, ni sirven ni causan daño alguno, me mataron por primera vez. Me arrojaron piedras hasta que del avatar sólo quedó una masa ensangrentada. Por los terribles dolores perdí el conocimiento antes de morir. Y así regresé a mi propio cuerpo en la nave sobre el fondo del Mediterráneo, donde desperté desorientado y horrorizado.

Y así continuó todo. Un avatar tras otro, apedreado, muerto a golpes, acuchillado, decapitado, envenenado o víctima de una explosión, a veces porque me interpuse para impedir otro acto atroz, otras veces de casualidad cuando yo, ya resignado, simplemente observaba la hecatombe. Una vez fui víctima de una explosión cuando una de las sectas rivales en Irlanda del Norte activó una bomba, una vez fui atropellado, una vez colgado por tratar de ayudar a un par de caballos prisioneros, otra vez terminé sobre la pira por ser bruja por tratar de curar a un enfermo con primitivos medios fitoquímicos, otra vez muerto a golpes porque mi avatar tenía el color de piel falso. Ustedes tienen una relación muy extraña con los colores, ya sea en los trapos que usan como banderas, en los que usan como vestido, o, como en este caso, la piel.

De vez en cuando use también avatares de otras especies locales después de haber pasado años en forma de ser humano, aun cuando por la completamente diferente cinemática era muy difícil acostumbrarse. Los gatos son una posibilidad excelente para poder observar a los humanos, sin que ellos se sientan observados. El problema es que un avatar felino no puede permanecer mucho tiempo en un lugar porque corre el riesgo de que se le ofrezcan cadáveres de otros animales enlatados. Perro fui sólo una vez y por corto tiempo, su libertad de movimiento está totalmente limitada. Cuando me interpuse entre una madre que maltrataba a su hijo y éste, me mataron, me “sacrificaron” como dicen ustedes, a causa de mi supuesta agresividad. Desistí de ser una gallina, una vaca o un cerdo, porque no tenía ganas de estar encerrado y terminar colgado de las patas con el cuello cortado, desangrado.

¿Y hoy? Mientras ustedes crean el unubium, un elemento artificial, la sonda Pathfinder con un vehículo todoterreno se posa sobre la superficie del planeta Marte, y descubren Caliban y Sycorax, las “minilunas” de Urano, explota un cohete militar Delta II poco después de su despegue en Cabo Cañaveral y Francia enciende una bomba atómica en el atolón de Moruroa. Cuba derriba aviones sobre aguas internacionales, los talibanes asesinan al ex-presidente de Afganistán, el servicio secreto israelí a un dirigente palestino. Por miedo al virus H5N1 causante de la gripe aviar asesinan en Hongkong un millón y medio de pollos, en Inglaterra se mata, por miedo a la Encefalopatía Espongiforme Bovina, a todas las vacas que ustedes habían obligado a practicar el canibalismo, aparte de los millones de criaturas en los mataderos, solamente porque ustedes engullen sus cadáveres o utilizan sus pieles, pelos o excreciones para transformarlos en pinturas, vestidos o muebles. Los tutsis masacran a miles de hutus en Burundi, hay otra masacre en la guerra civil en Argelia, otra en el bombardeo por los israelíes de la sede de las llamadas Naciones Unidas en el sur del Líbano, al que siguió un atentado de los musulmanes a un hotel en Egipto como reacción. ¡Naturalmente! Mientras tanto otros musulmanes matan monjes trapistas franceses, cientos mueren en el incendio provocado de un alojamiento de solicitantes de asilo en Lübeck, en atentados suicidas de la Hamas en Israel, por las bombas del IRA en Londres, en los atentados suicidas con camiones cargados de explosivos, locuras homicidas en Australia y en Escocia, donde mueren dieciséis colegiales y su maestra. Una monja loca, abominable y misantrópica llamada Anjeze Gonxha Bojaxhiu, alias “Madre Teresa” es nombrada Ciudadana de Honor en los Estados Unidos y recibe la Medalla de Honor en oro del Congreso (y no me asombraría si en algún momento la santificaran por sus crímenes). Y en San Diego treinta y nueve miembros de la secta “Heaven's Gate” se suicidan colectivamente.

Esto es solo una fracción de lo que ha sucedido en los últimos meses. Mientras tanto el papa Wojtyla alias Juan Pablo II reforma las reglas de la “Silla Vacante” y del subsiguiente Cónclave, y reconoce que la Teoría de la Evolución puede tener algo de cierto, un equipo deportivo alemán derrota al de la República Checa en la final del Campeonato Europeo, y Bombay ahora se llama Mumbai.

Guerra contra otras especies, guerra contra la propia. Una sangrienta batalla donde uno lo mire. Espantoso, truculento, horrible. Seguro hay excepciones, pero dos gotas de agua no alcanzan para hacer florecer al desierto.

Dos mil años y no se ve la luz al fondo del horrible túnel. Ustedes llenan libros con asquerosas y disparatadas reglas: quién se puede comer a quien, como hay que vestirse o llevar el cabello y todas las otras cosas que ustedes creen que hay que reglamentar para satisfacer a dioses imaginarios, por supuesto contradictorios dependiendo de qué secta los inventó, pero que sólo son testimonio de represión, ansia de poder, torpeza y estupidez, es decir, horrible humanidad. Ya es tiempo de que partamos, ya que no hay esperanzas. Finalmente ustedes, aunque hayan quemado bibliotecas y sabios cuando éstos no coincidían con las ideas delirantes que ustedes consideraban correctas, como la Biblioteca de Alejandría o el astrónomo Giordano Bruno a quien la Inquisición lo encontró culpable de herejía y brujería, han desarrollado su primitiva técnica lo suficiente como para que podamos reparar nuestra emisora de emergencia. Aún cuando el tiempo transcurra atormentadoramente lento, en pocos años nos rescatarán.

Que les vaya bien sonaría muy cínico....

Achim Stößer nació en diciembre de 1963. Estudió informática en la Universidad de Karlsruhe, donde posteriormente trabajó durante varios años como asistente de investigación, centrándose en arte digital y animación, y también ejerció como profesor en la Universidad de Artes y Diseño de Karlsruhe.Desde 1988, ha publicado en antologías y revistas, incluyendo varios volúmenes de la serie antológica "International Science Fiction Stories" de Wolfgang Jeschke. Su colección de relatos, "Virulent Realities", fue publicada en 1997 por dot-Verlag. En 1998, fundó la iniciativa por los derechos de los animales Maqi. Por ello, el antiespecismo (y, por ende, el veganismo), el antiteísmo, el antirracismo, el antisexismo y el antifascismo, entre otros, son temas centrales en sus relatos y viñetas. Sitio web: https://achim-stoesser.de.

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